- Área: 68 m²
- Año: 2014
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Fotografías:Miguel de Guzmán
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Residence for a Metropolitan Single
‘The POP-UP House’ es una intervención integral en una vivienda de un edificio residencial madrileño de mediados del siglo XX para un usuario recién emancipado.
‘The POP-UP House’ es un experimento que investiga el cruce de dos situaciones: por un lado, es una exploración del fenómeno sociológico ligado al número creciente de hogares unipersonales en las metrópolis -denominado “fenómeno single” (1); y por otro, es el ensayo de la infiltración cómplice -por individual e interactiva- de un delgado (in)mueble aglutinador de infraestructura doméstica (2).
1. Fenómeno Single
Uno de los fenómenos globales vinculados al mayor nivel de desarrollo de los países es el de los hogares unipersonales para usuarios “singles”. Al margen del fenómeno masivo de las casas compartidas, internet y las redes sociales han favorecido recientemente una alternativa doméstica que demuestra que “vivir solo ya no equivale a estar solo”; vivir solo es un nuevo modelo alimentado por el incremento de la esperanza de vida, de la emancipación de la mujer y del número de jóvenes y profesionales que no quieren compartir.
En países como Alemania, Francia, Reino Unido o Japón en torno al 40% de las viviendas están ocupadas por una única persona. En EEUU hay 30 millones de “singles”. Sorprende que en España, a pesar de la crisis económica reciente, este tipo de hogares está aumentando. ‘The POP-UP House’ no intenta confeccionar un protocolo doméstico óptimo de este fenómeno, sino que procura ensayar una respuesta que explora los potenciales de esta realidad.
2. Construcción de un Delgado (in)Mueble Aglutinador de Infraestructura Doméstica
En una primera acción, borramos lo existente prescindible, aquellas particiones vinculadas a una domesticidad obsoleta, ajena al nuevo usuario. Queda la estructura, las acometidas y las obsesiones de un nuevo habitante.
Definimos las unidades infraestructurales de una vivienda unipersonal a modo de las maletas especializadas de Toland Grinnell, elementos funcionales que al abrirse ocuparán el espacio necesario para ser habitadas. Los equipamientos asociados a una habitación tradicional se independizan y se dispersan, ofreciendo nuevas oportunidades domésticas: ya no hablamos de un aseo, sino de una ducha, un lavabo, un inodoro, un grifo, un espejo, etc. Con estos componentes individuales abrimos un catálogo de posibilidades; aquí, el cliente interactúa cuando escoge, descarta y redefine. Ensamblamos estas 54 unidades en un elemento infraestructural -más que estético- que es denso y operativo. Al infiltrar este suplemento individual e interactivo en la vivienda, se enreda formando una especie de laberinto.
Este elemento aglutinador no se mueve, se despliega. Queda anclado a las acometidas del edificio dejando un espacio genérico a su alrededor -laboratorio de experiencias, relaciones, tolerancias, superposiciones, multiplicidades. Este espacio se activa al accionar el (in)mueble infraestructural. Al abrirlo y cerrarlo, desplegarlo y contraerlo, deslizarlo y abatirlo la vivienda se reestructura, se expande, se fragmenta, se conecta, se aísla. Aquí la habitación no contiene un armario, sino que el armario contiene una habitación.
Este (in)mueble es delgado. La estrategia de adelgazamiento se centra en los elementos que habitualmente son inutilizables: los tabiques de separación de estancias, conductos de instalaciones, bajantes verticales, etc. Busca sacar el máximo partido de las capacidades acústicas, aislantes, divisorias y permeables de los elementos. En la vivienda convencional previa, poco más del 50% de la superficie útil estaba destinada a espacio disponible, encorsetado en habitaciones; con la nueva configuración, el usuario dispone del 77% de la superficie útil para apropiarse libremente.
Esta infraestructura se construye con un único material económico y versátil, el panel de fibras orientadas. Mientras el exterior es uniforme, con una imagen única donde sólo los tiradores especializados revelan los mecanismos de apertura de cada dispositivo; los interiores del (in)mueble son singulares, baldosas y papel aportan el color y el diseño propios de los elegantes forros de una maleta clásica.